Como cuidador por más de 35 años, principalmente como un capellán hospitalario, que es sobre todo UN CUIDADOR DE ALMAS, en este Valle de Sufrimiento y Dolor, puede escuchar historias de muchos cuidadores, sean ellos médicos, enfermeras, psicólogos, consejeros, familiares de un paciente e incluso vos, que estás leyendo el artículo, quizás estás cuidando a alguien ahora.
Estoy seguro que muchos de los que estarán leyendo este artículo están viviendo un momento estresante en que tienen que cuidar de alguien, principalmente cuando este es un hijo/a, una madre, un padre, el marido o la esposa. Este momento viene acompañado de mucha ansiedad, temor, angustia, fatiga y algunas veces sentimientos de culpa, sin llevar en cuenta los elementos estresantes relacionados con la parte financiera. Muchos tuvieron o tienen que dejar el trabajo para cuidar, lo que incrementa el estrés financiero, los conflictos que esto conlleva en las relaciones familiares y todas las implicaciones en mi vida social e incluso en mi vida en la iglesia.
Cuando pienso en quién cuida de mí, uno de los sentimientos que muchas veces experimento como ministro es la soledad, la falta de alguien, que no sea de mi familia, que no sea de mi iglesia, que no sea mi paciente y que no sea mi compañero de trabajo, en quien pueda confiar, compartir mis dolores, mis debilidades. Donde pueda ser yo mismo, en la dimensión de total transparencia, sin que tenga que preocuparme por mis apariencias, sin miedo de ser juzgado, alguien que incondicionalmente me escuche, que no me estará demandando o sermoneando, lo que digo o hago.
Cuando pienso en lo que significa cuidar de mí, el primer concepto que tengo es el de la “MAYORDOMÍA”, que es, en otras palabras, “Aprender a administrar o gestionar mi propia vida”. La Mayordomía de la Vida es, sobre todo, un concepto bíblico donde entendemos que somos administradores de la vida que el Señor nos ha dado.
La pregunta para su reflexión hoy es: ¿Cómo estamos como cuidadores de vidas, cuidando de nuestra propia vida?.”Yo he venido para que tengan vida y, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)
Pr. Odenir Figueredo