La adicción no es un problema moral, o de “falta de carácter” de la persona que la padece, sino, una enfermedad crónica, recurrente y compleja la cual debe ser tratada con la correcta implementación de estrategias basadas en la evidencia.
Cuando comenzamos con ciertos comportamientos que liberan grandes cantidades de dopamina, se genera en nuestro cerebro una expectativa de gran placer. Esta expectativa no dura mucho tiempo, por esto, nos sentimos inclinados a repetir esos comportamientos creyendo que la próxima vez lograremos el placer deseado. No obstante, ese lapso de “ilusión” y expectativa de placer dura cada vez menos por lo que volvemos a exponernos de una forma más repetida y frecuente a ese comportamiento.
Durante todas estas etapas tenemos la ilusión que ejercemos control para parar ese comportamiento cuando queramos, no obstante, la voluntad está siendo “secuestrada” por la adicción por lo que se torna difícil parar ese comportamiento sin el apoyo familiar y profesional adecuado.
Es por esto que se insta a que los familiares reconozcan que la adicción es una enfermedad; que busquen el apoyo de profesionales de salud especializados en esta área, y, que apoyen el proceso de rehabilitación.
Bibliografía consultada
Mag. Geraldine G. Willim