El Síndrome de Down es una afección en la que la persona tiene un cromosoma extra; los mismos
determinan como se forma, funciona y desarrolla el cuerpo del bebe durante el embarazo y
después de nacer.
A pesar de tener rasgos característicos tanto físicos como mentales es importante no caer en
etiquetas ni falsas expectativas con respecto al desarrollo de cada individuo, dado que cada
persona responderá según factores físicos implicados en sí mismos, así como la estimulación
ambiental que reciba desde el nacimiento.
El Síndrome de Down suele ir acompañada de alteraciones orgánicas originadas por exceso de
material genético lo cual influencia esencialmente en la conformación de la personalidad con una
rica variedad de temperamentos, existiendo unas formas de actuar “más frecuentes” en la
población con este síndrome, como ser: escasa iniciativa, menor capacidad de inhibición,
tendencia a la persistencia de las conductas y resistencia al cambio, baja capacidad de respuesta y
reacción ante acontecimientos externos o ambientales, así como constancia tenacidad y
puntualidad.
Cuando las personas con Síndrome de Down y sus familias son asistidas por profesionales e
instituciones especializadas desde el momento de conocerse esta afección, las probabilidades de
potenciar sus habilidades y así disminuir las complicaciones en lo académico y social, permitirá su
incorporación regular al mundo cotidiano con excelencia como nos han demostrado en los últimos
tiempos.